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Los 600 de Carlitos
29.08.2021 | 09:44

Los 600 de Carlitos podrían ser, al igual que la película “300”, que evoca la defensa de las Termópilas por Leónidas contra los persas, otro film encarnado, pero en defensa de los anónimos hombres y mujeres del campo argentino. Pero me voy a poner menos épico para preguntarme: ¿Qué se puede expresar de estos 600 programas de “Mañanas de Campo”? Mucho. A pesar de que soy parte de este espacio y que sin dudas mi opinión es intencionada, nada objetiva y automotivada, puedo decir que “Mañanas de Campo” no sería tal sin su fundador y conductor.

Sin ser blasfemo, debería decir que “Mañanas de Campo” tiene vida y posee espíritu, a partir de ese aliento insuflado por su creador, Carlos José Bodanza, un joven médico veterinario al que un día su ADN, dado por esa mágica combinación del amor de sus padres, hizo un “click”, para ponerlo en sintonía de periodista agropecuario, aunque sin descuidar su otra vocación y profundo compromiso para con los especímenes del Reino Animal.

Mi querido amigo Carlos tiene una prehistoria periodística con Ruta Animal y Proagro en versión televisiva y radial. Allí comenzó a despuntar el camino del periodismo, de la mano de amigos que olfatearon conocimiento, empatía, valor para opinar y, sobre todo, compromiso con el campo.

En tiempos de la revuelta por la 125 nos conocimos y nos reconocimos, porque una cosa es encontrarnos para percibirnos y otra muy distinta es dialogar, comprendernos, aceptarnos, prestarnos atención e interesarnos en lo que pensamos y actuamos.

Allí descubrí a un ser exigente, profesional y a la vez generoso. Eso me hizo congeniar con él rápidamente. Al tiempo, nos enteramos, que coincidían nuestros cumpleaños el mismo día 12 de febrero, día en que se celebra la Batalla de Chacabuco. ¿Será por eso nuestras columnas combativas hacia quienes están en contra de la democracia y la libertad de pensamiento?

Después que me invitara a ser parte de estas “Mañanas de Campo” desde el primer programa, me di cuenta de su energía y compromiso para con el campo y su gente, sin que ello lo condicione en su opinión cuando tiene que señalar algo que no le gusta.

Sus constantes viajes semanales a los remates feria, reuniones técnicas o muestras a campo, que luego se trasladan en comentarios y análisis profundos ante el micrófono y en la página web de Infosudoeste, son verdaderas estampas de sus vivencias periodísticas. No por nada sus transmisiones desde la pista central de la Exposición de Palermo o desde las cabañas de la zona, junto a reconocidos colegas, dejan de ser lugares comunes, para transformarse en comentarios dignos de colección.

Sus relatos y columnas dominicales revalorizan cada una de las acciones de los hombres de campo y también del pequeño lugar y su gente, trasladándonos imaginariamente a ese terruño o a esa alma trabajadora que hace de su lugar algo sagradamente impregnado de humanidad.

Mi amigo Carlos es tan apasionado por su tarea periodística que no lo pudo parar ni la COVID. Aún congestionado, con falta de aire, con fiebre, con dolores corporales, puso primera y salió al aire mientras estuvo afectado en su salud. Tampoco lo paró el domingo pasado la molestia profunda de una hernia, que 24 horas después lo llevó a un quirófano y hoy lo tenemos conduciendo como si nada el programa número 600.

Señala Ernesto Sábato que “cuando somos sensibles, cuando nuestros poros no están cubiertos de las implacables capas, la cercanía con la presencia humana nos sacude, nos alienta, comprendemos que es el otro el que siempre nos salva”. Tomo esas palabras de Sábato como muestra de gratitud a mi querido amigo Carlos porque su fina sensibilidad, sus palabras, sus gestos, su cercanía, siempre me están salvando, me mantienen a flote, en esta etapa especial y otoñal de mi vida en la que estoy entrando.

Gracias, Carlos, por aquel día en que en tu camioneta me invitaste a sumarme a un programa que ibas a empezar en Universal y que luego continuamos en esta emisora amiga. Gracias a todos los amigos como Pablo, Gustavo, Baltazar, Nico, que son los otros colaboradores de este mágico espacio al que denominaste “Mañanas de Campo”. Gracias por estos 600 programas que hoy no son una ganga, sino el producto de un ser que tiene carisma, empatía y llegada a miles de oyentes. Gracias por defender hasta el infinito el trabajo denodado y diario de miles de agricultores, ganaderos, tamberos, como si fueras un Leónidas en aquel lejano desfiladero griego.

José Luis Ibaldi

Para Mañanas de Campo