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Abriendo la mente y el corazón
16.09.2018 | 09:42

En la columna del domingo pasado puse en relieve el mensaje de un grupo de jóvenes agrarios cooperativistas cuando señalaron: “El cambio no es una opción, sucede”.

Este mismo mensaje –con otras palabras- lo transmitieron los expositores y los organizadores de la Jornada Solidaria de Agronegocios, realizada en el día de ayer en el auditorio de la Cámara Arbitral de Cereales. Se habló de la necesidad de cambiar nuestro cerebro, de hacerlo sintonizar en otro ritmo muy distinto, y de educar y educar, para salir adelante.

El auditorio, en un 98 por ciento estuvo compuesto por jóvenes, absorbiendo como esponja conceptos, tendencias, realidades, agronegocios. Pero ellos y los organizadores dieron un mensaje más profundo, un mensaje que provino de lo más profundo del corazón: transmitieron solidaridad y la hicieron efectiva con un aporte para que la Escuela N° 6 “Hipólito Yrigoyen” de Calderón tenga un invernáculo.

Se habla de solidaridad cuando dos o más personas se unen y colaboran mutuamente para conseguir un fin común. La solidaridad es compartir con otros tanto lo material como lo sentimental, es ofrecer ayuda a los demás. Y allí estaban esos jóvenes del Ateneo Rural, junto a la Asociación de Ganaderos y Agricultores local, y la Sociedad de Acopiadores de Cereales Zona Bahía Blanca, haciendo lo que el corazón y la razón les decía: ser solidarios con el prójimo, con el próximo.

Estos jóvenes del Ateneo Rural siguen siendo para mí un cofre lleno de sorpresas. No es la primera vez que acometen con entusiasmo una jornada de estas características.

Solemos quejarnos sobre la falta de solidaridad o la indiferencia de los jóvenes. Hay que mirar mejor antes de hablar. En nuestra sociedad hay bolsones de jóvenes que ejercen un voluntariado formidable, a la vez que se capacitan en el liderazgo.

Me viene a la mente la frase de Publio Terencio Africano: “Hombre soy y nada de lo humano me es ajeno”. Los momentos críticos que vivimos con los vaivenes de nuestra economía, la pérdida del salario por la alta inflación, los hechos de corrupción que están siendo juzgados, una Jornada Solidaria como la de ayer oxigena y nos da fuerza para empujar en la dirección correcta, ayudar a los demás y trabajar juntos por la reconstrucción de nuestro tejido social, sabiendo que el cambio no es una opción, sucede. Los jóvenes, que son más sensibles al cambio y no se asustan, una vez más abrieron la mente y el corazón.

José Luis Ibaldi

Para Mañanas de Campo