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Zorros y pumas, en búsqueda del equilibrio
19.06.2019 | 07:30

Entre 2015 y 2017, más de cuatro de cada diez establecimientos rurales de los distritos de Villarino y Patagones han informado de casos de depredación de su ganado por parte de pumas; ese número es aún mayor cuando se le suman las muertes de ovejas comúnmente atribuidas al zorro gris en esa misma zona.

Estos datos, corroborados desde el Instituto de Ciencias Biológicas y Biomédicas del Sur (dependiente del Conicet) y la Universidad Nacional del Sur, dan sustento al reclamo de productores rurales de ambos distritos, que señalan a estos animales -además de ñandúes y jabalíes- como los causantes de graves daños y pérdidas económicas.

Debido al accionar de los felinos, el daño se da en su gran mayoría en majadas de ovejas, con pérdidas cuantificadas que alcanzan en promedio el 7% del número total de animales; en el caso del ganado vacuno, este porcentaje no alcanza al 1%. En general, se estima que en el 25% de los casos se han dado pérdidas mayores a los mil dólares anuales.

Si bien los índices representados parecen ser bajos en general, es en los casos particulares donde se observa el daño: algunos campos pequeños han llegado a perder el 87% de sus animales.

En cuanto a los zorros grises, la mortandad que provocan es más difícil de cuantificar, pero por una cuestión de manejo por parte de los propios chacareros.

“Como normalmente las víctimas de los ataques son los corderos recién nacidos, todas las muertes se atribuyen a la depredación, por lo cual es difícil obtener datos representativos”, explica la licenciada en Biología y estudiante de posgrado, Sabrina Martínez.

Desde la Provincia reconocen saber del problema, pero advierten que para contener y solucionar la situación, las medidas a tomar deben ser conservacionistas para la mayoría de estos animales: tanto pumas como zorros grises y ñandúes son especies autóctonas y protegidas; es decir, no se pueden cazar  a no ser que se dictamine desde la provincia lo contrario. Esto no significa que los chacareros muchas veces lo hagan, pero arriesgándose a multas millonarias.

Por ello, un grupo de investigadores y becarios del Inbiosur, en colaboración con INTA y ministerio de Agroindustria, está realizando ensayos y experimentos con sistemas de iluminación LED y perros adiestrados, evaluando técnicas de mitigación para disminuir los conflictos entre carnívoros y la fauna local, tratando de replicar en esta zona los buenos resultados que se han dado en otras partes del mundo. Por ahora la experiencia se limita a recabar información y realizar algunos testeos, siempre dentro del escaso presupuesto con que cuentan o pueden reunir.

Por ejemplo, para probar el efecto que estos reflectores pueden tener en los predadores, debieron adquirirse cuatro equipos en el exterior: cada uno de ellos cuesta unos 120 dólares, y deben utilizarse en conjunto con cámaras-trampa que llegan a valer 600 dólares cada una. A esto hay que sumarle, además, los costos de importación.

El adiestramiento de un perro para el cuidado de los rebaños tiene un valor aproximado de mil dólares; no todas las razas son aptas para esta tarea, y el animal no debe recibir el trato que usualmente se le da a una mascota.

“La caza no es un método que funcione, porque es algo que se viene haciendo desde hace años y no ha demostrado ser una solución -asegura la doctora en Biología, Estela Luengos, investigadora del Conicet-. El problema es que los productores no encuentran las herramientas para solucionarlo de otra manera”.

Los reflectores LED han dado buenos resultados en el sur del país con el zorro colorado, y se buscan replicarlos en nuestra zona. En cuanto a los perros adiestrados, se está ensayando con uno de ellos en la chacra experimental  del ministerio de Agroindustria  bonaerense en Patagones. La idea es capturar algunos ejemplares de zorros grises, colocarles un posicionador satelital y hacerles un seguimiento para observar -en época de parición- si la presencia del can tiene algún efecto.

“Ninguno de estos métodos es la panacea. Para que esto tenga efecto también hay que pensar un manejo integral, al que hay que sumarle el encierro nocturno de los animales, pariciones concentradas a lo largo del tiempo y el uso de ecografías para saber cuántos animales van a nacer”, acota el doctor Nicolás Caruso, docente de la UNS.

Con él coincide su colega Mauro Lucherini, doctor en Biología Animal e investigador de Conicet, quien reveló que tanto el desmonte como la eliminación de las presas silvestres de estos animales tienen también una fuerte incidencia en los ataques al ganado.

“Los carnívoros prefieren presas naturales y no a animales domésticos, sobre todo por el riesgo que implica. Pero si no hay objetivos silvestres, van a buscar otra cosa para alimentarse”, indica.

“No es lo mismo disponer de fondos suficientes para hacer estos experimentos, que arreglarse como se puede con el dinero acotadísimo al que podemos acceder -lamenta la doctora Emma Casenave, directora de Inbiosur-. Esto hace aún más complejo el trabajo a hacer y dificulta llegar a resultados científicamente aceptables”.

Los ñandúes y los jabalíes también traen problemas

Los ñandúes también traen dolores de cabeza a los chacareros, pero de otro tipo: cuando se mueven en número, destrozan todo a su paso. Grupos de entre 300 y 400 ejemplares llegan a arrasar cultivos y alambrados eléctrico

En Patagones reconocen que los jabalíes también provocan inconvenientes, aunque en una escala mucho menor. Además, por no tratarse de una especie autóctona, la Provincia permite su caza plaguicida.

“Entiendo al productor cuando pierde dinero o parte de su cosecha, pero en estos casos se recomienda el uso de perros, el ahuyentamiento, y hasta la captura y reubicación del animal”, dijo a “La Nueva.” la subsecretaria de Flora y Fauna bonaerense, Mónica Rodríguez.

“El ñandú y el puma son autóctonas, protegidas por ley y no se pueden cazar”, señaló. Lo mismo ocurre con el zorro gris.

Hernán Guercio

Para La Nueva