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Una oportunidad en la crisis
08.09.2019 | 09:28

El camino de la adaptación, la creatividad y la innovación es tan antiguo como la misma humanidad y va más allá de ella. Y en nuestra Argentina actual debemos tener presente estos conceptos e incorporarlos, para librarnos de las ataduras cortoplacistas con las que muchos nos desean encorsetar.

Adaptarnos para crear e innovar aprovechando los beneficios que nos ofrecen las nuevas tecnologías, aprovechando el maravilloso mundo que se nos abre sin límites en el horizonte humano. Sin embargo, adaptarnos no significa aceptar la falta de valores que también nos golpea en esta realidad que vivimos. También, crear e innovar no significa soslayar qué somos y para qué estamos.

¿Quiénes somos? Seres imperfectos, aunque perfectibles. Seres cuyo destino no es contemplar, sino transformar. ¿Para qué estamos? Para transformarnos a nosotros mismos y transformar cuanto nos rodea.

Decíamos al inicio de la columna que el camino de la adaptación, la creatividad y la innovación no es nuevo. El Cosmos lo manifiesta a través de la evolución.       

Resumiendo el pensamiento del escritor estadounidense, Ken Wilber, podemos afirmar que la evolución forma parte de un insólito proceso que tiene la asombrosa capacidad de ir más allá de donde anteriormente se encontraba dando origen a creaciones cada vez más coherentes. El Cosmos es creativo. Todo lo que existe está compuesto de “totalidades-partes”. Un átomo forma parte de una molécula, una molécula forma parte de una célula, una célula forma parte de un organismo, y así sucesivamente. No existe ninguna totalidad que no sea, al mismo tiempo, parte de otra totalidad.  Y así ocurre de manera indefinida e interminable. La evolución constituye un proceso trascendente que incorpora lo que era anteriormente y le agrega componentes insólitamente nuevos. Y algo sumamente importante: cada creación emergente trasciende pero incluye a sus predecesores. La célula trasciende, va más allá que sus componentes moleculares pero, obviamente, también los incluye.

Y este es el camino que todos nosotros debemos comenzar a recorrer: adaptarnos a la realidad, creando e innovando algo nuevo, trascendiendo hacia algo nuevo y mejor para seguir creciendo como personas, como ciudadanos, como empresarios, como trabajadores, como padres o como abuelos, pero sin dejar de incluir, sin dejar de sumar lo que venimos siendo.

Las crisis siempre nos ofrecen oportunidades. Lo importante es no desperdiciarlas. Porque como sentencia el Padre José María Arizmendiarrieta: “El hombre no solamente muere de hambre y cansancio físico, sino también de tedio y tristeza y falta de ilusión y alegría en la vida”.

José Luis Ibaldi

Para Mañanas de Campo