× Inicio Agro Clima Hacienda Eventos Opinión Radio Agenda de Remates
Huellas, la comunión de la vida
17.11.2019 | 09:22

Por un momento sentimos que hay cosas que nos pertenecen, que por una suerte de mandato universal deberían ser nuestras por siempre y sin embargo, la vida nos enseña que vinimos aquí sin nada y así deberemos irnos, nos guste o no, es un final inevitable.

Este fin de semana, me choqué con uno de esos momentos, que todos aquellos que han sido padres, comprenden tarde o temprano: nuestros hijos son un pequeño préstamo temporal, el cual –si somos sanos y construimos relaciones sanas- tendremos que devolver, en cuotas o como fuere, no son nuestros, engendrarlos no significa que están ante una deuda eterna.

El hecho en sí surge en un momento, sensible para la vida familiar y más allá de la situación religiosa de cada uno, la simpleza de la palabra comunión, nos habla de ese pacto que hemos trazado con la vida y en esa “común unión” que entablamos con nuestros hijos, vamos aprendiendo a que ellos mismos la trasladen, hoy con Dios, mañana con sus amigos y tal vez en algún futuro, con alguna persona especial con la que quieran construir o simplemente, compartir parte de su vida.

Cada situación, cada momento, es parte del mismo razonamiento. Nuestros amigos, esos que en muchas ocasiones damos por sentado que están ahí, que siempre tendrán un lugar para nosotros y sin embargo, la vida nos muestra cada día de que esa “común unión” tampoco es por siempre. Un trabajo, una situación familiar, un viaje o una enfermedad, pueden dejarnos sin una pertenencia que en realidad no era tal, de allí la enorme importancia de entender y disfrutarlos cada vez que estén ahí, que tengamos ese momento que sí nos pertenece.

Vuelvo al instante donde nació este editorial y veo un puñado de chicos que van creciendo, que van poco a poco haciendo su camino, transitando una senda que yo mismo caminé, en un colegio donde la figura de Don Bosco, era y es el ejemplo de una forma de ver las cosas, basadas justamente en el encuentro, en la amistad y en esta idea que surgió de entender esto de no tomar, de solo disfrutar ese instante y justamente, la frase “no nos creamos necesarios”, es del propio Juan Bosco, con una historia rica y plagada de solidaridad, de empatía y de tener mucho, sin tener absolutamente nada.

Por eso también, volver a los mismos lugares representa escarbar dentro de nuestras propias raíces, encontrar razones perdidas por las cuales fuimos tomando decisiones y que de tanto andar, olvidamos el motivo por el cual llegamos de una u otra manera a los sitios que tanto nos enseñaron.

Por eso, reflejarse en nuestros hijos o en nuestros amigos, o en los amigos de nuestros hijos, puede significar reflejarnos en nosotros mismos y comprender acá lejos y hace tiempo, que hay buenas huellas que no hay manera de borrar y que queriéndolo o no, haremos que nuestros seres más queridos recorran junto a nosotros para así juntos, sentir más profunda aún, esa “común unión” que hemos pactado sin saberlo.

Un pequeño regalo para el alma, un sacudón a la memoria, un túnel en el tiempo, un instante para volver a creer, que solo hay algo que nos pertenece y ese algo, está guardado en nosotros mismos.

Carlos Bodanza                                                                                           

Para Mañanas de Campo