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Sin plan, no hay plan posible
24.05.2020 | 09:56

Todo cruje, todo empieza a mostrar que por mucho parche que le pongamos al sol, con las manos no puede taparse. La nueva normalidad como la han bautizado -como si lo anterior hubiera sido normal- muestra escenas que muchas veces quisimos explicar, pero cegados por la ideologia, muchos no quisieron ver.

Pleno centro de Bahía Blanca y empleados de un reconocido centro comercial, sacan poco menos que a patadas e insultos, a quienes supuestamente históricamente los han defendido, “el sindicato de empleados de comercio” es expulsado a los gritos por los empleados que a sola voz reclaman que “los dejen trabajar, porque su patrón se funde”. Me cuesta no sonreir con esta dramática imagen, que pone blanco sobre negro, tras años y años de barbarie. Quiénes son los villanos ahora?

Tal vez cuando pase este “humo pandémico”, se despeje un nuevo horizonte, donde algunas cosas que jamás estuvieron en su lugar, comiencen a decantarse. Y ahí estará el listado, cuando muchos se acuerden, porqué hay un estado inmenso, mantenido sin una lógica posible, con miles y miles que trabajan bajo un sueldo cuya producción es muy discutible, a la hora de compararlo con un privado, son parte de una carga que solo lleva para el fondo, este barco escorado llamado país.

Y se verá la contracara de los defensores de la industria, de los enemigos de la producción de materia prima, esa que hoy ha permitido sostener la total debacle de un sistema financiero y económico –siempre en ese orden- que desnuda claramente que la economía sin el campo, no tiene razón de ser.

Es cierto que en estos días, se ven ciertos manotazos, buscando que el campo liquide –no que venda- repito, liquide una cosecha, para salvar el enorme Titanic estatal, que hace agua por babor, por estribor, por proa y por popa y más allá de que se toque la “melodía del cuidado de la salud poblacional”, el hundimiento es inevitable y solamente un giro muy brusco a una mirada Venezolana- pero sin ejército- podría ocasionar que el Estado vaya por la confiscación de nuevas retenciones, impuestos a la riqueza y alguna que otra ilegalidad más, que deje directamente a la vista, lo patético que puede ser una mirada que solo será posible, si el Campo continúa en su estado de pasividad en la mirada de su dirigencia y sus propios actores.

Para muchos las legislativas quedan lejos, pero sin dudas si realmente queremos ver un cambio desde lo más profundo de las cuestiones del interior y productivas, hay que involucrarse seriamente en esta política que se ha autocorrompido, hasta en el supuesto Cambio, que se intentó generar en el gobierno anterior. Es necesario volver a entender que los concejales, que los diputados, que los legisladores y que los senadores, deben estar esparcidos con la semilla productiva, sin eso, esta historia seguirá siempre el mismo destino. No podemos quedarnos en el histórico discurso “de que el productor, solo sabe producir”. Esto es Argentina, estás adentro- o como casi siempre el campo estuvo salvo en la era de los agrodiputados- estamos afuera.

Son tiempos de Revolución, pero sin tiros, sin manifestaciones y sin gritos: la revolución es cerebral y económica, dos ítems que habrá que comenzar a cultivar, a manejar, a dominar, combatir e imponer, para los próximos tiempos.

Carlos Bodanza

Para Mañanas de Campo